Cuando empecé a pensarla no me imaginaba como iba a ser, pero definitivamente quería que fuera. A eso del término de la mañana me dijeron que sería algo agradable, además que quien me recomendó eso parecía tener la certeza de que no había emprendido nunca tal empresa, y a decir verdad parecía muy confiado de que me agradaría. Salí del sitio donde me encontraba y solo pensaba en cómo sería, cuanta de estatura, sus proporciones a la larga, si se movería con gracia o tal vez algo con algo de sobriedad.
Dos
días después empecé a evocar los días en los cuales de niño jugaba con alguien
que me evocaba su imagen futura; era muy graciosa, se movía con garbo, y cada extensión
de su cuerpo al compas de la música parecía realmente independiente; excelente expresión
tenía. Uno se hace imágenes futuras a partir de las imágenes pasadas, ejemplo
de eso, un paraíso imaginado, los más veraniegos se imaginas las Bahamas, pero
yo la imaginaba como aquella que me acompaño por un momento en la niñez.
Luego
conseguí algunos artículos en el mercado detodero, artículos viejos,
anticuados, que ella usaba en ese entonces, hace más o menos once años, y con
seguridad y sin equivocarme en ese entonces eran pasados de moda, pero no le
quitaban nada de simpatía.
Cuando
la volví a verla unos días después del viaje a la tienda de nostalgia, supe que
debía empezar a hacerme a una idea real de ella, al menos a formalizar mi recuerdo
mediante los recursos que tenía, pues no estaba ella, de ella no tenía nada
pero tenía todo. Comencé por su vestido, un overol de flores, algo inusual y
confuso, pues no tenía la certeza si ese tipo de ropa era masculina o femenina.
Sus zapatos curiosos, de color rojo, me costaron ponérselos al retrato. Aunque nunca uso
zapatos así, de color rojo, la excentricidad en los pies siempre la llevó. Su rostro
era tierno, como la ternura de un ratón, de los de rueda, no de hámster, no me
gusta esos roedores, siento que son unos holgazanes que comen todo el día y
siento que se divierten en cautiverio, son miserables, pero el ratón sobrevive
y es tierno.
Luego
pase a verla bailar, ya era de mañana, a eso de las seis. A las once la
presenté al profesor y en sus formas me dijo que ya la conocía, pero no se movía
igual que esa que compartió tiempos pasados…
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